lunes, 26 de enero de 2009

Una víctima mas del abortorio El Bosque-España

El periódico ABC aborda en su edición de hoy las actividades del abortorio El Bosque y habla con algunas de sus víctimas. Por su interés, reproducimos el reportaje, que firma Domingo Pérez.
ABC, DOMINGO PÉREZ.- 13 de enero. Un asturiana de 30 años ingresa, embarazada de 21 semanas. en la Clínica El Bosque. Los médicos del Servicio de Salud del Principado habían diagnosticado malformaciones en el feto y derivaron el caso a este centro abortista privado, con el que mantienen un convenio. Según la Comunidad de Madrid, en la exploración previa a la intervención, la mujer sufrió una parada cardiorrespiratoria. Murió en el Clínico. Se ha abierto una investigación judicial.
La muerte vuelve a situar a El Bosque, centro especializado en abortos tardíos (por encima de las 12 semanas de gestación), en el ojo de la polémica. El Defensor del Paciente ha solicitado el cierre cautelar de la clínica, con otra causa abierta por la muerte de una joven de 19 años, en 2005, tras una operación de estética. En diciembre de 2007, la Fiscalía remitió a los juzgados una denuncia tras la emisión de un reportaje en Intereconomía TV. que confirmaba lo que durante décadas han denunciado muchas mujeres que han pasado por allí.
ABC, a través de la Asociación de Víctimas del Aborto (AVA), ha localizado a dos jóvenes que sufrieron los horrores de El Bosque. Lucía abortó hace 15 años, cuando sólo tenía 17, embarazada de 26 semanas. «Tuve que llevar en efectivo 350.000 pesetas. No nos dieron recibo». Dinero negro, pues. «Me hicieron una ecografía que nadie me enseñó. Me dijeron que no había problemas. Que el aborto iba a ser como «sacarse una muela». «Sólo te va doler un poco la barriguita», me dijeron como si yo fuera estúpida. No nos explicaron nada más, sólo que era con anestesia general».
«Pasamos a ver una psicóloga que me dio unos test ya completados que yo tenía simplemente que firmar, me dijo que con eso justificaban el aborto». Por tanto, no hubo asesoramiento. «Me puse un camisón y unos patucos verdes. Temblaba de miedo. No me hicieron ninguna prueba previa pese a que iba aser anestesiada». Indica mala praxis médica.
«Me colocaron -continúa-en el potro y lo último que recuerdo es respirar por una mascarilla. Desperté en la habitación y tenía un gasa en la vagina, suero y una sonda para la orina. Yo pensé que había pasado todo, pero me toqué el vientre y me di cuenta que mi hijo seguía conmigo».
«De repente, apareció en la habitación el mismo médico de la intervención. Traía una especie de jeringuilla gigante. Me quito la gasa que tenía en la vagina y me introdujo la jeringuilla por la vagina. Me hizo mucho daño, sacaba y metía la jeringuilla con saña. Me incorporé un poco y veía salir sangre, yo lloraba y él me dijo muy serio «o te estás quieta o vamos a estar aquí todo el día»».
«A la hora, empecé a sentir un dolor en los riñones, eran las contracciones. Cada vez más intensas, era horrible, lloraba y decía que pararan todo, pero me respondían que ya no se podía. Unas horas después seguía con contracciones, estaba agotada y gritaba. Entró una «doctora» y me dijo que como no me callase me iba a bajar al quirófano y a dejarme allí sola». Presión psicológica.
«Me dijo que estaba asustando a las demás chicas que iban a abortar con mis gritos. Unas horas después mi hijo salió y esto sucedió en la misma habitación, no les dio tiempo a bajarme a quirófano. Vi cómo la abortista se llevaba un bulto pequeñito en un plástico blanco. No sé cómo murió mi hijo, si lo mataron en el quirófano, o si nació vivo. Por la mañana me hicieron una ecografía para ver si quedaba algún resto. No me dejaron ni ducharme al no estar incluido en el precio».

1 comentario:

JORGE dijo...

Cuando el hombre pierde el aprecio por el valor de la vida, ya todo es posible, y nada le impide que me mate a mi o a ti.

Que Dios nos proteja.

Gracias y bendiciones