sábado, 13 de marzo de 2010

SINDROME POST ABORTO

Es una entidad reconocida con repercusiones psico-emocionales muy graves en la mujer que cumple con los criterios diagnósticos internacionales de trastornos psiquiatricos DSM-IV y CIE-10 de Trastornos por Estrés Postraumático, en cuyo caso el síndrome se incluiría entre las reacciones a estrés grave.
Dicho síndrome ha sido estudiado -dada la evidencia de secuelas que produce- en diversos países: EE.UU, Canadá, Finlandia, Suiza, Inglaterra etc., siendo cada vez más reconocido como entidad propia. Incluso es reconocida su existencia entre organismos internacionales que promueven el aborto, como puede ser la Federación de Planificación familiar (Planned Parenthood), el mayor promotor de abortos de EE.UU.

¿Qué lo desencadena?
El aborto provocado es la pérdida de forma voluntaria de un hijo, el problema es que cuando una mujer aborta no está dando a ese hijo la dimensión de persona que tiene, por tanto se está negando a sí misma el sentir pena y dolor por la muerte de un ser querido, a la vez que mitiga sus sentimientos de culpa con autojustificaciones del tipo : -“Solo era un puñado de células”, que lo único que consigue es aplazar el luto por esa pérdida (que tarde o temprano tendrá que hacer) y calmar la culpa que tarde o temprano sentirá. Toda esta negación da lugar a lo que conocemos como SINDROME POST ABORTO.
¿Cuáles son algunos de los síntomas?
-Negación, ira, culpa.
-Incapacidad de tener relaciones en la sociedad.
-Depresión.
-Ansiedad
-Incapacidad de perdonarse a uno mismo o a otros.
-Pesadillas que se repiten.
-Autocastigo
-Relaciones rotas.
-Negación de la pena y la aflicción por el niño abortado.
-Pena y aflicción por la pérdida del niño que sienten los padres, los abuelos, los niños, otros miembros de la familia u otras personas.
-Trastornos alimenticios: anorexia, bulimia.
-Preocupación por la muerte o en el aniversario del aborto.
-Pensamientos o tendencias suicidas.
Estos síntomas pueden sufrirlos tanto hombres y mujeres que han perdido un niño debido a un aborto como los niños y abuelos que han perdido a un hermano o a un nieto a través del aborto.
Testimonios como los que se citan a continuación ponen de manifiesto la tortura psicologica a la que se enfrenta una mujer después de abortar:
Cuando sostengo al bebé de un amigo, lo sufro todo otra vez. Siento gran tristeza porque el mundo nunca conocerá a los dos hijos que aborté.” - Linda Marie.
Cuando se llevaron el bote con los resto de mi hijo sentí que me arrancaban la vida”. – Esperanza Puente, portavoz de Red Madre
Físicamente no tuve problemas con mi aborto, pero emocionalmente viví un infierno que continúa conmigo diariamente.” - Terri Fangman.
Me dijeron que esa era la mejor decisión. Pero no me hablaron sobre el vacío emocional y físico que iba a sentir y que me destruiría para siempre. ¿Qué puedo hacer con el dolor que siento?” - Nereida Ortiz.

Silenciados los trastornos post-aborto en la psiquis de la mujer
ROMA, martes, 2 octubre 2007 (ZENIT.org).- Dada la extrema frecuencia del aborto «legal» –26 millones al año en el mundo–, es sorprendente que «todavía hoy no se tomen adecuadamente en consideración los efectos que la “interrupción voluntaria del embarazo” [IVE] determina en la psiquis de la mujer».
Es la alerta de dos especialistas, el profesor Tonino Cantelmi –psiquiatra y psicoterapeuta- y Cristina Carace –psicóloga clínica–, en una intervención enviada a Zenit acerca del síndrome post-aborto.
Autores de publicaciones sobre la materia y responsables del Centro para el Tratamiento del Síndrome Post-aborto –con sede en Roma–, los dos advierten de que cada vez se está evidenciando más –científicamente— la repercusión aborto en la aparición de trastornos psicológicos.
Los efectos psicológicos del aborto «son extremadamente variables y no parecen estar determinados por la educación recibida o por el credo religioso», apuntan.
«La reacción psicológica al aborto espontáneo y al aborto voluntario es distinta»; está relacionada –aclaran— con las características de cada uno de estos sucesos: «el aborto espontáneo es un evento imprevisto e involuntario, mientras que la IVE [aborto provocado interrumpiendo el desarrollo del embrión o del feto y extrayéndolo del útero materno] contempla la responsabilidad consciente de la madre».
Decisión irreversible en plena vulnerabilidad de madre e hijo
«El embarazo es un momento extremadamente delicado en la vida de una mujer», caracterizado «por una vivencia psíquica y emocional muy particular, pues desde el momento de la concepción se verifican en la mujer una serie de cambios no sólo físicos, sino sobre todo psicológicos», recuerdan Cantelmi y Carace.
Y es que «convertirse en madre presupone una adecuación de la propia identidad en el paso del papel de hija al de madre», un proceso que «comienza con la concepción» y que tienen muchos momentos de «gratificación y entusiasmo», pero «inevitablemente también de sentimientos de angustia».
En conjunto, en la futura madre ello indica «mayor necesidad de seguridad y de afecto para poder trabajar la ansiedad que acompaña este proceso transformador que lleva a la mujer a abandonar una condición conocida para afrontar otra completamente nueva», apuntan los especialistas. También de lo anterior se deduce el impacto y la crisis que puede representar en la vida de una mujer descubrir que se espera un niño «cuando esto sucede en condiciones poco favorables», añaden psiquiatra y psicóloga.
«El vínculo madre-feto comienza inmediatamente después de la concepción también en las mujeres que proyectan abortar –recalcan–, en cuanto que los procesos psicológicos sustantivos a esta relación precoz son inconscientes y van más allá del control consciente de la madre».
Así, «una mujer, frente a la elección de llevar a término o no el embarazo, vive sentimientos ambivalentes y extremadamente dolorosos que la dejan muy vulnerable a cualquier influencia, tanto interna como externa», subrayan.
«La fragilidad psicológica en la que se encuentra, de hecho, la lleva a tener menos confianza en aquello que piensa y en la capacidad de lograr tomar la decisión adecuada; por esto se verifican, con demasiada frecuencia –constatan–, situaciones en las que padres, compañeros, amigos, personal sanitario u otras figuras significativas pueden tener una grandísima influencia en la decisión final».
Así que, «pensando que abortar puede ayudarle a sentirse mejor» o puede contribuir «a volver a poner las cosas en su sitio», la mujer «se puede encontrar con que toma una decisión que no se corresponde a una elección consciente y que sucesivamente puede provocar graves sentimientos de arrepentimiento», explican.

El «día después» del aborto voluntario
Ambos especialistas concuerdan en que, inmediatamente después del aborto, la mujer puede experimentar una reducción de los niveles de ansiedad, pues decae el elemento ansiógeno constituido por un embarazo indeseado; pero sucesivamente «muchísimas mujeres viven una ansiedad mayor, presentando trastorno de estrés post-traumático, depresión y mayor riesgo de suicidio y abuso de sustancias».
«Estos trastornos se deben a un profundo sufrimiento que atenaza a la mujer que ha abortado voluntariamente y pueden manifestarse también bastante tiempo después del aborto, para luego durar a veces varios años», confirman. El rasgo traumático del aborto voluntario procede del hecho –puntualizan– de que «cuando la mujer descubre que espera un niño no lo considera sólo un “embrión” o un “montón de células”, sino el propio hijo, un ser humano pequeño e indefenso que está creciendo dentro de su propio cuerpo, de forma que abortar significa permitir que se mate de manera voluntaria el propio niño».
Un porcentaje considerable de mujeres que han abortado desarrolla el trastorno de estrés postraumático, cuyos síntomas son «recuerdos desagradables, recurrentes e intrusivos de la IVE que se manifiestan en imágenes, pensamientos o percepciones; sueños desagradables y recurrentes del suceso; sensación de revivir la experiencia del aborto a través de ilusiones, alucinaciones y episodios disociativos en los que a través del “flashback” resurge el recuerdo; malestar psicológico intenso a la exposición de factores desencadenantes internos o externos que simbolizan o se asemejan a algún aspecto del evento traumático, como el contacto con recién nacidos, mujeres embarazadas, volver al lugar donde se practicó la IVE o someterse a una exploración ginecológica; evitación persistente de todo estímulo que pueda asociarse con el aborto», enumeran los especialistas.
Ya se empiezan a definir estos trastornos como «síndrome post-aborto» –subrayan–, que muy frecuentemente además «evoluciona en una vivencia de dolor y temor que determina cambios en el comportamiento sexual, depresión, incremento o inicio de consumo de alcohol u otras drogas, cambios del comportamiento en la alimentación, trastornos somáticos, aislamiento social, trastornos de ansiedad, pérdida de autoestima, ideación suicida e intentos de suicidio».«Todos estos trastornos pueden manifestarse también varios meses después de la intervención, en el aniversario de la IVE o en el del hipotético nacimiento del niño», sin olvidar que las mujeres que han abortado anteriormente «pueden seguir teniendo sentimientos de culpa o depresión ligados a tal aborto, incluso durante los embarazos sucesivos», advierten el profesor Cantelmi y la psicóloga Carace.

Actitud: Jóvenes Pro Vida

1 comentario:

Pilar Gutiérrez dijo...

Queridos amigos:

Os escribo de nuevo porque he visto que no nos teneis en vuestra lista de asociaciones amigas. Somos una de las más veteranas de España, con 18 años de trabajo a nuestras espaldas y muchas batallas ganadas (entre ellas parar la ley del aborto libre del '98). Os mando nuestras páginas web para que nos conozcais y anuncieis. Nosotras también os enlazaremos en nuestras webs.

www.unidosporlavida.org
www.vidaymujer.es
www.apostolesdelavida.es
www.nomassilencio.com (esta sí la teneis).

Un cordial saludo,

Pilar Gutiérrez
Presidenta de Unidos por la Vida