viernes, 15 de mayo de 2009

La píldora del “aborto del día después y la ONU”

La Iglesia tiene una larga historia de ayuda a los refugiados, incluida una cooperación activa con las Naciones Unidas en este campo. Pero en los últimos años ambas han chocado por el uso, propugnado por las Naciones Unidas, de la píldora del día después
Muerte de un embrión
Los funcionarios de las Naciones Unidas niegan que los anticonceptivos de emergencia sean abortivos, afirmando que evitar la implantación de un óvulo fertilizado no es abortar. Sin embargo, como dejan claro los Annals of Pharmacotherapy, al evitar la implantación se causa la muerte de un embrión vivo. Tal actuación es resueltamente abortiva, sin importar cómo se la etiquete.
La Conferencia Episcopal de Estados Unidos hizo pública una declaración el pasado 2 de mayo sobre la píldora del día después. “Las mujeres americanas están siendo engañadas: este medicamento actuará como un abortivo, después de que haya tenido lugar la fertilización”, decía Cathleen Cleever, portavoz de la oficina de actividades pro-vida de los obispos.
Un documento de octubre de 1998 de la Conferencia Episcopal “Emergency ´Contraception´ and Early Abortion”, afirmaba que la administración alimentaria y de medicamentos norteamericana admite que las píldoras del día después “actúan retrasando e inhibiendo la ovulación, y/o alterando el movimiento del esperma y/o del óvulo (es decir, inhibiendo la fertilización), y/o alterando el endometrio (es decir, inhibiendo la implantación)”.
El documento de los obispos también citaba al profesor de medicina de la Universidad Brown, Ralph Miech. “Este tipo de píldora causa un aborto”, escribía en el Providence Journal el 3 de agosto de 1998. “Desde un punto de vista farmacológico, este clase de píldoras podrían llamarse la ‘píldora del aborto del día después’”.
Esta postura fue defendida en un comunicado hecho por los Médicos Canadienses por la Vida. El grupo manifestaba que la denominación de la píldora del día después como un anticonceptivo de urgencia “no describe exactamente su acción abortiva y engaña al público. La confusión se agrava con el actual intento de redefinir el embarazo como lo que ocurre tras la implantación. Es un dato básico de embriología humana que la vida comienza en la concepción”.

La Iglesia y las Naciones Unidas
El pasado 14 de septiembre, tres Consejos Pontificios (para la pastoral de los agentes sanitarios, de los emigrantes e itinerantes y de la familia) publicaron una nota orientativa para las conferencias episcopales, “La Salud Reproductiva de los refugiados”. El documento afirmaba que, entre las organizaciones con las que coopera la Santa Sede en la ayuda a los refugiados, “las Naciones Unidas ocupan un lugar especial por su importancia”.
Pero la declaración expresaba la profunda preocupación sobre el “Manual de Campo para la salud reproductivas en situaciones de refugiados” de las Naciones Unidas. El manual “contiene valores negativos que ofenden la dignidad de las poblaciones más pobres y vulnerables, con propuestas que restringen la tasa de natalidad, un concepto irresponsable de las relaciones sexuales, e incluso el aborto”, declaraban los Consejos Pontificios.
La nota observaba que, en el manual de las Naciones Unidas, “no se presta atención a la cultura y a la religión de los refugiados”. Además, “el manual se guía por lo que podríamos definir como una concepción utilitaria o neo-maltusiana”. En cuanto a la píldora del día después, el documento describe cómo la Organización Mundial de la Salud ha intentado dañar el status humano del embrión durante sus primeros días de vida, imponiéndole el término de “pre-embrión”. Los Consejos Pontificios rechazan esto como “un sofisma porque tal calificativo no corresponde con la verdadera realidad biológica”.
La nota también critica el manual por tratar el tema de la esterilización, describiéndolo como simple “anticoncepción”, cuando, de hecho, se trata de una medida radical que elimina toda posibilidad de procreación en el futuro. Aunque las Naciones Unidas realizan una excelente labor con los refugiados, su promoción de la contracepción, el aborto y la esterilización ofende gravemente la dignidad de los pueblos a los que intenta servir.
fuente: ZENIT

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