LONDRES, 13 de octubre (C-FAM) Cuando Lord Nicholas Windsor se convirtió al catolicismo, renunció a su derecho al trono y abrazó el magisterio de la Iglesia sobre el derecho a la vida de los no nacidos. Esta semana, en la sala de un comité del Parlamento, apoyó una revolucionaria defensa de ese derecho al afirmar: «Considero a los Artículos de San José como un intento de trazar una línea y contrarrestar la fuerte tendencia a evocar un derecho al aborto acabado a partir de las disposiciones de la legislación internacional sobre derechos humanos».
Más de 30 políticos de alto rango, diplomáticos, letrados, intelectuales y figuras públicas de todo el mundo refrendaron los Artículos de San José, documento que defiende a los niños por nacer y refuta la campaña internacional subversiva que afirma falsamente que el aborto es un derecho humano.
Recientemente se destacó la importancia de los Artículos, cuando el Relator Especial sobre el derecho a la Salud, el Alto Comisionado para los Derechos Humanos y el Secretario General de la ONU manifestaron equivocadamente que el derecho al aborto existe. Es precisamente este planteamiento el que condujo al «generocidio» que se cobró las vidas de más de 100 millones de niñas (abortadas a causa de su sexo).
Los Artículos de San José, cuyo nombre deriva de la ciudad costarricense en la que fueron elaborados, en marzo de 2011, fueron presentados este mes en las Naciones Unidas. Lanzamientos posteriores tuvieron lugar en legislaturas de todo el mundo (los parlamentarios británicos Jim Dobbin y Fiona Bruce, junto con el presidente y el vicepresidente de la agrupación All Party Pro Life Group se unieron a mí en Westminster).
Los Artículos comienzan proclamando el hecho científico de que la vida humana se inicia en el momento de la concepción y prosiguen explicando que ningún tratado de la ONU menciona el aborto ni define a la salud reproductiva como inclusiva del aborto. Por el contrario, una serie de tratados de derechos humanos reconoce la condición humana de los niños en gestación, y los derechos y deberes de los gobiernos de protegerlos como miembros de la familia humana.
Más de dos tercios de los estados miembros de la ONU cuentan con leyes que reconocen que los niños por nacer son dignos de protección. Sólo 56 países permiten el aborto por cualquier motivo, y únicamente en 22 de ellos es irrestricto.
Algunos organismos de la ONU, organizaciones no gubernamentales y países ricos están llevando a cabo una campaña para intimidar y manipular a las naciones (desde Nicaragua hasta Kenia; desde Colombia hasta Irlanda) para que modifiquen sus leyes de aborto. En este sentido, citan tratados erróneamente y, lo que es más deplorable, utilizan dinero de asistencia a modo de extorsión. Se dice a los países en desarrollo que perderán la ayuda para los pobres si no cumplen. La protección de los no nacidos puede conducir a represalias y castigos. Suecia, por ejemplo, retiró toda asistencia económica a Nicaragua tras que ella no aprobó una ley liberal de aborto. Para justificar esta escandalosa intrusión, Suecia dijo que el aborto «es súper importante para nosotros».
Algunos países, sin duda, están sucumbiendo ante estas intimidantes y espurias afirmaciones. El Tribunal Supremo de Colombia modificó las leyes de aborto de la nación basándose en falsas nociones.
Mientras que no existe un derecho internacional al aborto, el «derecho a la vida» está expuesto en el Artículo 3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que tuvieron su génesis en los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Los Artículos de San José reafirman los admirables impulsos que dieron origen a la Declaración de 1948 y reconocen que el mayor de todos los derechos es el derecho a la vida.
Concluí mis observaciones en el lanzamiento de Westminster con una historia real.
En 1954, Joanne Schieble, joven estudiante soltera, descubrió que estaba embarazada. Su padre no permitía que se casara con el padre del niño. Aunque hubiera podido abortar, era ilegal y peligroso. En cambio, dispuso darlo en adopción. Paul y Clara Jobs adoptaron el bebé y lo llamaron Steven.
No todos los niños tendrán una vida tan destacable como la de Steve Jobs. Pero con cada aborto tenemos poca idea de a quién estamos perdiendo con tanta tranquilidad. Como nos lo recuerdan los Artículos de San José, toda vida es valiosa. }
Traducido por Luciana María Palazzo de Castellano
Fuente: C-FAM
No hay comentarios:
Publicar un comentario