Kathleen Gilbert
CHICAGO, 21 de junio 2011 (Notifam) – Un médico quien, en una ocasión, fue reconocido por su trabajo dentro del campo de la fertilidad, dice que renunció, luego de darse cuenta, horrorizado, que su área de trabajo era parte de “una creciente objetificación de los niños” – una epifanía que él dice que sus colegas simplemente ridiculizaron.
“Yo no puedo ni comenzar a decirles cuán profundamente en mi alma yo entendía que había perjudicado a otras personas”, le dijo Anthony Caruso, un endocrinólogo en el área de la reproducción humana, a Noticias EWTN (Eternal Word Television Network/ Red Global Católica), en un artículo publicado el pasado 9 de junio.
Caruso, un católico, dice que, en un solo día, él renunció a su empleo y acudió al sacramento de la confesión. “Cuando yo me di cuenta de lo que estaba haciendo, yo estaba “totalmente horrorizado”, él le dijo a Noticias EWTN. “Yo estaba tan alterado de que yo había llevado a tantas parejas por el camino equivocado”.
El perito en fertilidad dijo que, inicialmente, se sintió motivado a adentrarse en este campo para así poder traerle felicidad a una pareja casada infértil – pero desde entonces se ha dado cuenta que el procedimiento no concuerda con el ideal de auto sacrificio que es parte del matrimonio. “(Lo otro) se trata de….una idea de que uno puede tener lo que uno quiera, donde uno quiera, cuando uno quiera”, él dijo.
En el artículo de EWTN también se discute la carrera del Doctor Michael Kamrava, quien está presto a perder su licencia de médico el 1 de julio, debido al rol que tuvo en el caso de la “Octomamá”: Kamraya fue el médico que transfirió los restantes doce embriones de Nadya Suleman en su vientre materno, lo que resultó en el nacimiento de óctuples en enero de 2009.
Normalmente, se espera que los médicos de la fertilización in vitro transfieran un máximo de cuatro embriones en cada tratamiento de fertilidad, y de selectivamente llevar a cabo un aborto, si más de uno o dos sobreviven – siendo un procedimiento que Suleman rechazó.
Caruso comentó que dicha “objetificación de los niños’ es parte de la mentalidad de la fertilización in vitro, en donde el aborto de aquellos niños inconvenientes es parte de una rutina, y una que es apoyada.
“Usted se quedaría sorprendido de cuántas personas llegan a las 23, 24 semanas, los que usaron la fertilización in vitro, y tienen complicaciones con sus embarazos”, él dijo. “Y entonces dicen, ‘Bien; no hay problema. No continuemos con esto’. Y es porque, básicamente, ellos pueden regresar y volver a empezar el proceso”.
Mientras tanto, Caruso dice que su conversión es virtualmente única entre los médicos de la fertilización in vitro en los Estados Unidos de América, lo que lo convierte en un paría entre sus colegas.
“La mayoría de mis colegas piensan que estoy completamente loco”, dijo el médico.
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Versión del original en inglés:
Traducción del inglés por: Marlene Gillette-Ibern
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