lunes, 6 de abril de 2009

BÉLGICA: INACEPTABLE PRESIÓN SOBRE EL PAPA.

El nuevo orden pretende imponer su discurso políticamente correcto a Benedicto XVI. Declaración del Consorcio de Médicos Católicos de Buenos Aires.
El jueves 2 de abril, el Parlamento belga aprobó una resolución en la que insta al Gobierno a condenar las “declaraciones inaceptables” del Papa contra el uso del preservativo en la lucha contra el sida y a protestar oficialmente ante el Vaticano.
La Cámara adoptó la resolución por 98 votos a favor, 18 en contra del partido flamenco Vlaams Belang, y 7 abstenciones.
El texto pide al Gobierno belga que proteste por la vía “oficial y diplomática”, a través de su embajador en la Santa Sede, al considerar los diputados que las declaraciones de Benedicto XVI en África constituyeron una “ofensa hacia los compromisos de la comunidad científica para prevenir y luchar contra la propagación del sida”.
“La resolución suscita estupor, dado que en todo país democrático parece obvia la libertad del Papa y de la Iglesia Católica de expresar su postura y líneas de acción sobre argumentos relacionados con la visión del ser humano y de su responsabilidad moral, con las perspectivas de compromiso educativo y formativo de la persona y con el servicio de cuidado de los enfermos y de los que sufren”, dijo el vocero vaticano P. Federico Lombardi.
A esta gravísima e intolerable pretensión totalitaria para acallar no sólo a Benedicto XVI, sino también a los otros miembros de la jerarquía católica, se suma la del gobierno holandés de enero de 2009. Aquella vez fue la pretensión del homosexualismo político la que quiso acallar al Sumo Pontífice.
Por un lado, se trata del intento tiránico, que va in crecendo, de imponer el discurso de la “cultura de la muerte”, y, por otro lado, se desea atemorizar a la Jerarquía de la Iglesia para que acalle la verdad que está obligada a proclamar. Benedicto XVI nos da ejemplo de fortaleza en el testimonio de la Verdad. Quiera Dios que no hagan mella en otros pastores la pusilanimidad y la cobardía, la “prudencia de la carne” o los cálculos políticos.

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